La inseminación artificial es algo más complicada y más fría que las relaciones programadas porque no requiere mantener relaciones sexuales pero es más sencilla que una fecundación in vitro. 

La inseminación artificial consiste, básicamente, en facilitar el encuentro entre el óvulo y el espermatozoide dentro del útero de la mujer, primero propiciando que la mujer produzca en un ciclo menstrual un óvulo maduro de calidad (en algunos centros hablan de entre uno y dos máximo), después seleccionando del semen del varón –sea su pareja o un donante– los mejores espermatozoides y después introduciéndolos en el tracto reproductor femenino, habitualmente en el útero, para acortarles el camino.

La primera parte de este tratamiento es estimular los ovarios para que éstos produzcan un óvulo maduro de buena calidad. Para ello, la mujer ha de administrarse en los primeros días de su menstruación (normalmente desde el primero con más sangrado) un tratamiento hormonal.

Desde el momento en que comiences a inyectarte la medicación para estimular los ovarios, el especialista realizará un control cada pocos días para observar la maduración de los folículos, mediante ecografías transvaginales.

A medida que avanzan los días el ovocito va madurando y aumentando de tamaño. El especialista determinará cuál es el momento idóneo para provocarte la ovulación teniendo en cuenta que haya madurado lo suficiente.

Cuando tenga claro el momento, te indicará qué día y a qué hora has de inyectarte una hormona que provoca la ovulación artificialmente, la gonadotropina coriónica humana (hCG), la misma que de forma natural genera el organismo de las mujeres para provocar la ovulación. Y al día siguiente de tomar la gonadotropina coriónica se realiza la inseminación.

Para proceder a la inseminación propiamente, la técnica más utilizada y menos agresiva es la inseminación intrauterina. Consiste en recoger el semen ya preparado en una cánula especial, que se conecta a una jeringa y se introduce en el interior del útero para depositar allí la muestra seminal. La intervención es ambulatoria, no es dolorosa, no requiere anestesia y dura apenas unos minutos, tras los cuales la paciente puede regresar a casa sin más indicación que hacer vida normal y evitar únicamente levantar pesos y realizar grandes esfuerzos.

La inseminación puede realizarse con semen de la pareja (Inseminación Artificial Homóloga o IAH) o de donante (Inseminación Artificial de Donante o IAD).

La ausencia de espermatozoides en el eyaculado –azoospermia–, por ejemplo en el caso de haberse realizado una vasectomía, se puede resolver en algunos casos realizando una biopsia testicular abierta o una punción testicular.

Las cifras que ofrece la Sociedad Española de Fertilidad de 2008 indican que un 15% del conjunto de ciclos de inseminación artificial en las clínicas españolas que han aportado datos a la SEF terminaron en embarazos, un poco más en mujeres menores de 40 años y un poco menos en mujeres mayores de 40 años.

Si transcurren varios intentos sin resultados positivos, el equipo médico valorará la posibilidad de probar otra técnica de reproducción asistida, seguramente la fecundación in vitro.

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