El deseo de ser madre tiene un origen biológico, que se acompaña de un componente social muy poderoso. Nuestras células están programadas para transmitir nuestros genes y en virtud de esta programación natural de algún modo nos piden que nos reproduzcamos para que dicha transmisión se produzca.

Todas las mujeres no experimentan de igual modo este deseo, de hecho hay mujeres que no lo llegan a sentir, pero es cierto que la mayor parte de las mujeres lo percibe y desea en un momento u otro de su vida la maternidad. Este deseo además se suele agudizar cuando se acercan los últimos años de edad fértil sin haber sido madres.

 

El deseo de ser madre también es cultural y nuestra sociedad suele ejercer presión sobre las mujeres para que seamos madres. Históricamente, de hecho, se ha repudiado a las mujeres infértiles y la esterilidad se ha llevado discretamente. Esto ha afectado también especialmente a los hombres, quienes culturalmente han relacionado fertilidad con masculinidad y con potencia sexual.

 

La frustración y el dolor a causa de un deseo insatisfecho de maternidad todavía están considerados en nuestra cultura como una debilidad, además particular de las mujeres, a pesar de que sin este deseo de las mujeres nuestra especie probablemente se habría extinguido.

 

La consideración social de este sufrimiento como debilidad provoca que muchas de las mujeres guarden para sí las emociones, la tristeza y el temor que experimentan en los procesos de reproducción asistida o las minimicen ante los demás. Es muy común pensar que si se exterioriza la intensidad con la que se vive el proceso se las va a tomar por débiles y exageradas.

 

No todas las mujeres en esta situación de infertilidad muestran con orgullo su deseo de ser madre y la intensidad y a veces gravedad con la que están viviendo el proceso.

 

En el origen del deseo de hijo se encuentra un deseo de dar vida, de crear, que puede llegar a convertirse en un anhelo muy difícil de eludir.

 

Este deseo de maternidad no está exento de contradicciones, sobre todo en la actualidad, cuando la maternidad puede significar para las mujeres especialmente realizar importantes sacrificios en el ámbito personal y laboral.

 

El deseo de hijo se agudiza en muchas mujeres al cumplir determinada edad sin haber conseguido un embarazo, porque se acerca el momento en que o son madres biológicas en un plazo relativamente corto de tiempo o ya no podrán serlo de manera definitiva.

 

El deseo de ser madre, según un reciente estudio de Margarita Delgado para el Instituto de la Mujer, sigue siendo el mismo en las mujeres españolas en la actualidad que hace 20 años. Si las mujeres en la actualidad tienen menos hijos no es porque este deseo haya disminuido. Es por otras razones, entre ellas las dificultades para conciliar la vida laboral con la personal o familiar.

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